Hoy toca hablar del Mundial de baloncesto que finalizó ayer. Ahorraré a los aficionados -entre los que me cuento- evocar la debacle protagonizada por los nuestros y me centraré en asuntos relacionados exclusivamente con este blog. Para ello, vamos a recordar una de las noticias del campeonato. Titulares:
En torneos de este tipo son habituales algunas tramas subterráneas cuyos protagonistas buscan mediante una derrota conseguir beneficios a posteriori. Y en este Mundial, el mayor beneficio para buena parte de los equipos en liza consistía en encontrarse lo más tarde posible con la selección de Estados Unidos.
No nos engañemos. Australia permitió que Angola le derrotara para evitar un cruce temprano con los temibles norteamericanos. Pero eso es lo de menos en este post. Lo importante es que los australianos no se dejaron perder, sino que se dejaron ganar.
Para comprender mejor esta idea, bastará con darle una vuelta a la frase. ¿Qué hizo Australia? Perdió el partido porque dejó que Angola se lo ganara. Australia dejó ganar a Angola. Australia se dejó ganar por Angola. Dejarse ganar significa perder a propósito, lo que se ajusta a lo ocurrido. Dejarse perder, al menos en el caso que ahora nos ocupa, no quiere decir nada razonable.
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